Joe Biden, presidente de Estados Unidos.

La apuesta reeleccionista del presidente Joe Biden parece una misión imposible, para ganar, debe vencer múltiples obstáculos financieros, económicos, políticos y familiares.

Biden padece de liderazgo frágil e impopularidad. Si el futuro del Partido Demócrata y la nación depende de un octogenario impopular, ciertamente, ninguno tiene futuro.

La crisis financiera acumula presión, podrían liquidar First Republic Bank, el cuarto banco que colapsa en un mes, otros 11 danzan al borde del colapso.

Todo el mundo espera quiebras bancarias y colapso en el mercado inmobiliario, eso afectará el panorama político. Los republicanos perdieron el gobierno en el 2008 porque la crisis inmobiliaria y financiera decidieron esas elecciones presidenciales.  Wall Street colapsó en septiembre, en noviembre ganó Barack Obama.

Los afroamericanos, un grupo leal a los demócratas, cementaron el triunfo a Biden desde Carolina del Norte, a cambio no recibieron nada, están muy disgustados con él.

Varias investigaciones criminales en torno a su hijo Hunter, aumentará los múltiples obstáculos a la candidatura de Biden.

La situación de la banca se complica con las horas. El mes pasado varios bancos tomaron prestado más de $11,000 millones de la Junta de la Reserva Federal para honrar los depósitos de sus ahorrantes.

La economía sigue dando muestras de serias dificultades, en lo que va de año solamente el sector de tecnología ha despedido a más de 183 mil empleados.

Los despidos afectan a todas las empresas, se manifiesta con un aumento de solicitudes ante el seguro de desempleo.

Hunter Biden es investigado por evasión de impuesto y manutención de menores (una prueba de ADN demostró que es padre de una niña en Arkansas, se niega a pagar).

Estos indicadores serían más que suficientes para descartar cualquier posibilidad de éxito de cualquier presidente buscando reelegirse, pero en política los tiempos han cambiado en múltiples maneras.

Nadie puede predecir nada, pero Biden la tiene difícil.