Lilia Forero Torrado es una madre católica. Foto Jesús Guerra

Por Jesús Guerra — 

Desde su llegada a Estados Unidos el 4 de agosto de 1999, Lilia Forero Torrado ha construido una vida marcada por la fe, el servicio y el compromiso con su comunidad.

Forero ha hecho de Astoria, Queens, su hogar desde el año 2000, lugar al que llegó tras residir un año en Manhattan. Hoy, con orgullo, afirma: “Dios quería que esta ciudad fuera mi destino”.

Al principio, como muchos inmigrantes, comenzó su camino laboral cuidando niños. Pero su vocación por el cuidado y el servicio la llevó a prepararse académicamente para atender a adultos mayores, lo cual complementó con clases de inglés en la Universidad de Columbia, a las que asistía por las noches. Ese esfuerzo fue el comienzo de una trayectoria ejemplar, tanto en el plano profesional como espiritual.

Desde muy joven esta colombiana estuvo involucrada activamente en labores de apoyo a la Iglesia Católica, un compromiso que mantuvo y fortaleció al llegar a Estados Unidos. En la Parroquia Nuestra Señora del Monte Carmelo, en Astoria, encontró su nuevo espacio de fe, donde se integró profundamente a la vida parroquial.

Allí tomó el curso de ministerio laico —un rol que permite a los fieles no ordenados participar activamente en la vida religiosa de la iglesia— y se graduó en 2013, aunque ya había cursado una formación similar en Manhattan años antes.

Junto con otras siete personas, decidió enfocar su labor en la “Evangelización y fe de adultos”, una tarea que continúa hasta hoy con convicción.

“Estamos instruyendo en la fe a los padres de los niños que van a dar su primera comunión y confirmación”, dijo Forero. Además, promueve activamente el rezo del rosario en las familias, fortaleciendo así la vida espiritual del hogar.

Forero también es parte del grupo de oración “Madres que oran por sus hijos”, un ministerio que reúne a mujeres que rezan por sus hijos sin importar dónde se encuentren. “Somos las madres que oramos por nuestros hijos, estén donde estén”, añadió Forero.

Entre sus recuerdos más entrañables, destaca el acercamiento espiritual con el Papa Francisco, a quien escuchaba cada miércoles en sus audiencias públicas en el Vaticano. Lo recuerda con admiración por su bondad y por su mensaje directo.

Más allá de haber logrado obtener su ciudadanía estadounidense y su arraigo en Nueva York, Forero es un ejemplo de cómo la fe, el esfuerzo y la vocación de servicio pueden construir puentes sólidos entre culturas y comunidades.