Por Gissell Calvo
El COVID-19 ha afectado al mundo y el condado de Queens no es la excepción. Los inmigrantes se tienen que reinventar y salir a buscar el sustento diario.
Imágenes religiosas, libros, accesorios para celulares, artesanías, juguetes, tamales y jugos, son algunos de los productos que se pueden encontrar en la Avenida Rosselvelt y otras calles de Queens.
Adelaida de Jesús, una vendedora de flores y madre de tres hijos, cuenta cómo su vida cambió con la llegada del virus: “Sufrí mucho porque mi padrastro murió por Covid y varias personas en mi familia se contagiaron. Pero además no tenía plata y había personas que pasaban dejando cajas de comida para ayudarme a sostener a mis hijos”, dijo de Jesús.
“Está muy difícil. Al principio no salía por miedo, pero hay que seguir por la familia. Yo no puedo dejar a mis hijos sin algo para comer, por eso ahora salgo a vender flores todos los días”, añade de Jesús desde el interior de una furgoneta. Su caso no es único.
Estados Unidos ha reportado más de 4 millones de casos de Coronavirus y más de 150,000 muertos, el país más golpeado del mundo. El otro problema es el derrumbe de la economía que ha dejado millones de desempleados en esta nación, cuya tasa oscila en el 13 por ciento.
“El quedarse en casa es también una causa real que afecta la economía”, dijo Robert J. Shiller, Premio Nobel de economía 2003.
Es el caso de Néstor Sánchez, quien fue despedido de su trabajo en demolición y se dedicó a vender aguacates y tapabocas en la calle: “Me dijeron que no había más trabajo por el coronavirus y yo sin dinero porque llevaba solo dos semanas trabajando. Me despidieron, luego estuve cuatro meses encerrado y el gobierno dijo que nos iba a ayudar para pagar la renta, pero nada”.
Sánchez describió su situación como “muy difícil” y que le gustaría regresar a su país, pero sus ingresos no son suficientes para realizar el viaje. “Perdí el trabajo y los ahorros que tenía. Me toca pagar renta, comer y mandarle dinero a mi familia”, dijo Sánchez.
Situación muy similar a la de Marco Antonio, quien se dedica a la venta de accesorios para celulares y tiene miedo de lo que pueda suceder con el virus. “Todo negocio está empezando a levantarse, la renta está muy cara y mucha gente sin trabajo. Yo trabajo en la calle y tengo miedo porque muchos amigos murieron”, dijo Marco Antonio.
Este vendedor de accesorios de celular dice que hay mucha competencia en la calle y que el dueño del apartamento en donde vive le quiere cobrar $50 extras por no pagar a tiempo.
Otro caso es el de Julio Cesar, quién llegó a Nueva York al inicio de la pandemia buscando una mejor vida y ahora vende artículos de tecnología en la calle. “Gracias a Dios encontré unas buenas personas que me dieron hospedaje y ahora estoy viviendo con ellas y ayudándoles. Con la venta en la calle a veces se sufre porque la económica está difícil”, dijo Julio César.
La economía sigue reactivándose y los vendedores ambulantes, en su mayoría inmigrantes, siguen buscando el esquivo sueño americano en medio de la pandemia.