Caminando por Sunnyside, Queens, Gerardo Junior Salazar recuerda su vida de inmigrante en La Gran Manzana. Foto Joseph Albán

Por Joseph Albán. — 

“Años atrás, fui uno de los mejores vendedores de purificadores de agua. Hoy, ya retirado, me doy cuenta de que con la pensión de jubilado no se vive”, dijo Gerardo Junior Salazar.

Una tarde reciente, caminando por Sunnyside, uno de los barrios de Queens, se hallaba Salazar tomando el sol. Vestido con pantalón de tela y zapatos de suela, y apoyado en su bastón, comentó que llegó hace 25 años a este país luego de cruzar la frontera de manera ilegal.

“Cuando llegué, empecé en la construcción, ayudé a limpiar edificios, vendí purificadores de agua, y hoy me doy cuenta que con la pensión de jubilado no se vive, busco la forma de generar más ingresos porque la vida está cara y con el sueldo básico no alcanza”, dijo Salazar con resignación.

Con un tono tranquilo, comentó que tuvo un problema de salud que lo mantuvo dos meses en el hospital, afectando su manera de caminar y obligándolo a usar el bastón como apoyo. Mientras conversaba, varias personas del sector lo saludan, sonríe y comenta que ha vivido tanto tiempo en esta zona que mucha gente lo reconoce.

“Hoy la ciudad está insegura. A veces se ve a gente indeseable cometiendo fechorías. La policía está en los trenes del metro, lo cual da una sensación de seguridad, pero mucha gente que ha llegado no se rige por las leyes, y eso es malo”, añadió Salazar.

Ante la pregunta de cómo genera ingresos, responde: “Me gustan las ventas. Estudié dos años en la Universidad Santiago de Cali, en Colombia. Con educación, busco la manera de llegarle a la gente. Hoy salgo a buscar apartamentos para la renta, y si logro hablar con el dueño, le ofrezco ayudarle a rentarlos. Así, uno se gana unos pesitos”.

Sobre sus planes para el futuro: “Ya me cansé del estrés y el apuro de esta ciudad. Hay gente que lleva 90 años y sigue corriendo a trabajar. Yo quiero irme a mi Cali, pero antes tengo que hacer el examen de ciudadanía para poder viajar tranquilo, ya que ahora se puede tomarlo en español”.

Después de una amena conversación, Junior, como lo llaman sus conocidos, toma su bastón y se dirige a una cita para dar un paseo con una vecina del sector que lo invitó mientras lo entrevistaba.