De niños, muchos de nosotros teníamos fantasías o incluso metas de ser actores, cantantes, bailarines, artistas o músicos. En algunos casos, recibimos suficiente estímulo para desarrollar nuestras habilidades en esas áreas creativas, pero en algún punto del camino nos detuvimos. Esta detención puede deberse a circunstancias fuera de nuestro control o a nuestros propios actos inconscientes de autosabotaje.

Ser creativo puede ser aterrador en un mundo que parece valorar la lógica por encima de la imaginación y la practicidad por encima de los sueños. Podemos perdonarnos por cerrarnos o desviar nuestra atención de nuestro artista interior, pero tal vez también podamos tomar medidas para recuperar nuestros sueños.

En ciertas épocas y lugares, desarrollar una capacidad creativa se consideraba una parte importante del ser humano completo. No era necesario ser un profesional porque el acto de la creatividad se valoraba en sí mismo. Sus dones son múltiples: desde el puro placer de dejar que nuestra imaginación vuele libremente hasta compartir y disfrutar los frutos de nuestro trabajo. Los niños comparten dibujos y canciones libremente, sin timidez, y no hay razón por la que nosotros no podamos hacer lo mismo.

Es posible que ya estés recordando alguna forma de expresión perdida, como hacer joyas o escribir canciones. Tu alma puede estar respondiendo con un impulso energético mientras siente el camino de regreso a una época en la que se le permitía expresarse libremente. Tu cerebro, por otro lado, puede estar poniendo obstáculos, como la idea de que eres demasiado viejo o no tienes tiempo.

La verdad es que no eres demasiado viejo, y si tienes tiempo para tomar un bolígrafo, tienes tiempo para hacer un garabato o escribir. Reconoce que los obstáculos que ves surgen de un lugar de miedo, y su poder disminuirá cada vez que hagas algo creativo. Cada acto creativo te lleva más profundamente a un reino de belleza y magia, un reino al que tienes todo el derecho de regresar y reclamar.

Nunca es tarde para expresar la creatividad interna que tenemos desde niños.