Por Gloria Medina —
Geraldine Orta se levanta todos los días en la madrugada, sabiendo que tiene un largo día de trabajo en construcción. Pero el deseo de volver a lograr lo que no tuvo en su país le da la fuerza para seguir.
Orta, de 47 años, emigró a Estados Unidos el 25 de julio del 2023 con la idea de iniciar una mejor vida, conseguir trabajo y establecerse para enviarle dinero a su hijo adolescente que está viviendo en Venezuela.
“Salí de Venezuela en el 2019 porque mi situación empeoró al fallecer mi esposo. Viajé a Chile con la ilusión de poder ejercer mi profesión, pero no fue así. La situación se complicó y terminé muy desilusionada. Hasta enero de este año que mi prima me pidió por ‘Parole’ Humanitario en enero y fui aprobada en mayo”, dijo Orta.
En Venezuela, Orta tiene el título de Ingeniera Civil y trabajó por 18 años en una alcaldía de Caracas como Inspectora Auxiliar de Obra. Allí se inició como recepcionista, luego secretaria y por último se desempeñó como Inspectora. Durante sus cuatro años en Chile trabajó como secretaria y después encargada de una ferretería. En la actualidad, aquí en Nueva York, Orta se dedica a trabajos varios en la industria de la construcción en Manhattan.
“Me levanto a las 5 A.M. para llegar antes de las 8 A.M. al lugar del trabajo. No tenía experiencia en trabajos de construcción porque lo que hacía en Venezuela era supervisar las obras. Ahora aquí trabajo recogiendo escombros y haciendo la limpieza en el área de trabajo. Tenemos dos ‘breaks’ de 15 minutos cada uno: a las 10:30 A.M. y a las 4:30 P.M. Y nos dan media hora de almuerzo. Termino mi trabajo hasta las 7 de la noche”, dijo Orta.
Al final del día Orta usualmente se dirige a su casa después de una hora de viaje. Llega alrededor de las 8:30 P.M. al apartamento que comparte con una prima en Woodheaven, Queens. Se da una ducha, prepara algo para cenar y después se va a descansar para el día siguiente de trabajo.
Orta dijo que no es un trabajo fijo, sino que es por proyectos. El horario y el lugar de trabajo dependen de cada proyecto. Algunas veces trabaja de lunes a lunes, en otras ocasiones le dan un día entre semana libre y si tiene suerte, uno que otro domingo libre. Pasan los días sin tener vida social ni tiempo para amistades o pasatiempos.
Esos cambios de horarios no le han permitido estudiar inglés como quiso hacerlo inicialmente. “Asistí a unas clases, pero por el horario no pude seguir, aunque sé que es necesario, especialmente porque deseo quedarme. Sé que el ‘parole’ sólo nos autoriza para dos años, pero quisiera quedarme más tiempo para poder trabajar y lograr conseguir una vivienda, poder comprar un carro y más adelante traer a mi hijo”, añadió Orta.
Se sumerge en su trabajo para calmar de alguna manera el dolor por el que ha tenido que pasar en los últimos años. Primero falleció el esposo, al año de estar en Chile falleció el padre y dos años después falleció su madre. Lo peor es que no pudo ir a darle el último adiós a sus padres.
Otro dolor ha sido tener que alejarse de su hijo, aunque su amor es el alivio más grande para esta mujer.
Para distraerse un poco durante el día que tiene libre, Orta hace yoga y realiza caminatas en medio de la naturaleza. Lo que más extraña de su país es a la familia que dejó allá, la briza en las hermosas playas y el clima cálido todo el año.
Orta dijo que no quiere seguir en el mismo trabajo, anhela aprender inglés para validar su título de ingeniera y poder ejercer en los Estados Unidos.