Por Javier Castaño. —
Sentado en una banca metálica en Corona Plaza de Queens, Luis Pintag recuerda con ansias su recorrido por Centroamérica hasta cruzar el Rio Bravo que divide a México y Estados Unidos. Invirtió 30 mil dólares para desplazarse desde Ecuador a este país, con su hijo, la esposa de su hijo y su nieta de un año. Eso fue hace tres años.
Pintag dijo que en Ecuador tenía una empresa de mudanzas con 30 empleados, durante la presidencia de Rafael Correa, “pero ahora no hay trabajo y abunda la miseria y la violencia”.
Llegaron a Medellín, Colombia, cruzaron la selva del Darién en una semana y luego se desplazaron por Centroamérica en botes y buses. “El Darién hace llorar a los más hombres y yo lloré varias veces”, dijo Pintag. “También vi ahogarse a varias personas cuando el Río Grande se creció de un momento a otro”.
Se entregaron a los agentes de inmigración de esta nación y pidieron asilo. Estuvieron dos días en una celda y luego tomaron un avión de San Diego a Nueva York que costó $1.100 por persona. En esta ciudad fueron recibidos por su hermano Fabián Pintag en un apartamento de Corona por dos meses.
“Trabajé en una fábrica de camisas por un mes y luego comencé a tomar los cursos de seguridad en la construcción, OSHA”, dijo Pintag mientras una joven mujer de la Iglesia Cristiana Pentecostal gritaba que “el final del mundo está cerca”. El olor a tacos se mezclaba con el de la basura. Varios hombres jugaban dominó y bebían cerveza.
Pintag trabaja ahora en demolición, de 7 de la mañana a 3:30 de la tarde, 40 horas a la semana, de lunes a viernes. A veces trabaja en Queens, aunque la mayoría de las veces se desplaza a Brooklyn y El Bronx.
Los fines de semana los invierte en su pequeño cuarto de la calle 103 de Corona por el que paga $900 al mes de renta. Tiene una cama y una mesa. No tiene televisión. “Aquí todo es muy costoso, aunque estoy ahorrando y le envío dinero a mi familia”, dijo Pintag.
A veces acude al Parque Flushing a ver encuentros de ecuavoley. En otras ocasiones juega fútbol, de defensa. Su pasatiempo favorito es navegar TikTok para entretenerse y ver videos de pastelería, otra de sus grandes aficiones. Pintag obtuvo en Ecuador la licencia para conducir camiones de 10 y 12 toneladas. “Quiero regresar a Ecuador cuando la situación mejore, aunque estoy mirando opciones de negocios aquí en Nueva York para comenzar mi propia empresa”, dijo Pintag. “Al inglés no me he dedicado, aunque es importante”.
Pintag dijo que este es un país de oportunidades y no comprende como algunos inmigrantes llegan a hacer daño, a cometer actos criminales y quieren todo regalado. “Yo tengo muchos valores porque soy un evangélico quichua, descendiente de generales de Riobamba, hablo el idioma quichua y respeto mis ancestros”, dijo Pintag mientras sostenía su morral de estilo militar en el que guarda las herramientas de trabajo.
Se aventuró a hablar de política: “El presidente Biden abrió mucho las fronteras, han entrado muchos criminales y creo que si Trump llega a la presidencia va a barrer a esos inmigrantes criminales”.