Randy David Acosta en un centro de abastecimiento de materiales de construcción en Queens.  Foto Joseph Albán

Por Joseph Albán. — 

“En estos días el trabajo en construcción se ha vuelto difícil. Ha disminuido la cantidad de personas que requieren servicios en las casas, lo que ha llevado a una situación más lenta. Hay semanas en las que se trabaja solo de dos a tres días”, dijo Randy David Acosta un obrero de construcción de 33 años.

Bajo un sol radiante, a las afueras de uno de los centros de abastecimiento de construcción de Queens, se encuentran muchos hombres esperando la oportunidad de trabajar en demolición, pintura, andamios o lo que resulte. Cuando los vehículos ingresan, todos se muestran dispuestos a ofrecer su mano de obra a cualquier cliente que requiera un obrero de construcción por unas horas, un día o toda la semana.

Allí estaba Acosta, quien llegó de Honduras hace tres años junto a su hija y esposa embarazada, comenzando esta aventura con el objetivo de mejorar sus vidas en los Estados Unidos.

“Al principio fue un poco difícil, pero al adaptarse aquí uno le encuentra sentido. Hoy en día hago de todo, trabajo en pintura, escampado, sé algo de cerámica, y también he trabajado en jardinería y demolición. Aquí hay que hacer de todo y aceptar lo que salga”, dijo Acosta.

Hay semanas en las que Acosta es contratado por varios días, mientras que en otras solo trabaja un día y a veces ni un solo día. “En el caso de mi familia, mi esposa también trabaja, lo que nos ayuda a mejorar. Entre los dos nos apoyamos para salir adelante con nuestros niños”, añadió Acosta.

Mientras conversaba en el estacionamiento de este centro de materiales de construcción, se escucha el constante sonido de los vehículos que entraban y salían. “Lo más importante es hacer un buen trabajo y ser honesto, así el cliente te sigue llamando y además te recomienda a otras personas. Así me ha pasado a mí, gracias a un buen trabajo he logrado tener clientes que me llaman”, dijo Acosta con entusiasmo.

“Mi sueño es abrir un negocio. En mi país tenía una fábrica de tortillas y una tienda, y vine aquí porque quiero expandir mi negocio o crear uno nuevo. Lo mío es el comercio, soy negociante y siempre uno tiene aspiraciones de crecer”, dijo Acosta sobre su vida como inmigrante en esta nación.

Al final de la conversación, Acosta toma su poste de extensión de rodillo y regresa a su lugar de espera, dispuesto a conseguir un nuevo cliente o recibir la llamada de otro cliente para el cual trabajó antes. Sonríe mientras el sol de verano cubre la cara de este inmigrante que quiere conquistar el sueño americano, paso a paso, día a día.