
Froilán Rincón no aspira a ser millonario con su trabajo, pero si a vivir tranquilo en la ciudad de Nueva York. Foto Brandon Gutiérrez
Por Brandon Gutiérrez. —
Froilán Rincón llegó a Estados Unidos hace seis años con su esposa por avión. Reside en el condado de Queens y trabaja como talabartero, marroquinero y haciendo plantillas ortopédicas esporádicamente desde hace un año en las calles de Jackson Heights.
“Cuando uno es ya adulto mayor, es difícil conseguir trabajos pesados y de tiempo completo, ya no cuentan con uno. Esta es la forma de ganarme algún sustento y no ser una carga para la familia y por supuesto que para este país”, dijo Rincón mientras acomodaba algunos zapatos y tenía clientes a la espera.
Este migrante es de Pereira, Colombia, y tiene 40 años de experiencia de forma empírica. Trabaja con agilidad el cuero y arregla cualquier zapato, sin importar su estado. Por su edad no puede trabajar demasiado y por eso lleva las cosas con calma.
“Yo ya tengo una edad donde debo hacer las cosas suaves, acá hago cositas manuales en el día, pero lo demás, lo hago más tranquilo y con mucha paciencia en mi casa”, dijo Rincón en estos días fríos y lluviosos.
Con respecto a la clientela que prefiere sus servicios, Rincón le tiene mucho aprecio y respeto, pues son quienes le ayudan a conseguir el sustento para su hogar.
“A pesar de todo, yo a mis clientes no les cobro caro tampoco, pero ¿qué necesita uno? Ganarse la vida, no más”, añadió Rincón sin dejar de trabajar en su espacio callejero. El viento se llevaba el olor del pegante para zapatos.
Rincón cuenta con el seguro del estado de New York. No aspira a ser millonario con su trabajo. Quiere vivir tranquilo lo que le resta de vida junto con su esposa.
“Yo procuro hacer las cosas lo más delicadas posibles y con mucha responsabilidad. Esto que hago, aparte de ser un trabajo, es una terapia para mí, al menos lo considero así”, dijo Rincón mientras caía la tarde.

