Lorenzo Rodríguez quiere y necesita conseguir trabajo, pagar sus cuentas y poder disfrutar de esta Navidad en familia. Foto Javier Castaño

Por Javier Castaño  — 

Lorenzo Rodríguez llegó a la ciudad de Nueva York hace 30 años. Una tarde reciente caminaba bajo el ruido ensordecedor del tren 7 con su bicicleta en la mano. A su lado se encontraba su hijo Randy de 9 años.
Rodríguez sonreía. Caminaba despacio y la llovizna mojaba su gorra de baloncesto.

“No encuentro trabajo y estoy muy preocupado. Me encuentro dispuesto a trabajar en lo que sea, inclusive a lava platos y no me importa el sueldo”, dijo Rodríguez sosteniendo la respiración y esforzándose para no llorar.
Rodríguez es de México y los primeros 20 años en esta ciudad trabajó de cocinero en restaurantes italianos y japoneses. Pero tampoco encuentra trabajo en esos establecimientos. Dijo que conoce muy bien la cocina de esos dos países y que también cocina platos mexicanos.


Los últimos 10 años ha trabajado en la construcción. Demoliendo paredes, aunque lo que le gusta y sabe hacer es instalar pisos de madera. “Pero tampoco consigo trabajo en construcción y necesito el dinero para pagar la renta y disfrutar esta Navidad en familia”, añadió Rodríguez con algo de resignación.
A Rodríguez le gusta trabajar y luego dirigirse a su hogar a cenar con su esposa Janet, en familia, ducharse y escuchar corridos, su música preferida. Dijo que no le gusta mucho ver televisión. A veces va con su hijo a jugar baloncesto al parque de la calle 104 de Corona.
“Quiero una Navidad en familia”, repitió Rodríguez mientras caminaba entre la multitud con su hijo, la bicicleta y sus sueños de inmigrante.