
La experiencia virtual de visitar el Yosemite puede ser agradable, pero sin olores, sabores o tacto. Foto cortesía EarthTalk
Si alguna vez has querido visitar el Parque Nacional de Yosemite, la Gran Barrera de Coral o el monte Kilimanjaro de Tanzania, pero no podías permitirte los gastos o el tiempo que te llevaría, el turismo virtual puede ser justo lo que necesitas. Esta última tendencia en viajes, que consiste en explorar destinos a través de tecnologías de realidad virtual (RV) y realidad aumentada (RA), ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente durante el apogeo de la pandemia de COVID-19, cuando la mayoría de los viajes de ocio se cerraron por completo. A medida que aumenta la preocupación por la sostenibilidad medioambiental, se debate si el turismo virtual puede ser mejor para el planeta que el turismo real.
Una de las principales ventajas del turismo virtual es su potencial para reducir las emisiones de carbono asociadas a los viajes. El turismo tradicional suele implicar vuelos de larga distancia, viajes por carretera y otros medios de transporte que contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Al permitir que la gente conozca los destinos virtualmente, se reduce la necesidad de viajar físicamente, lo que se traduce en una disminución de la huella de carbono. Este aspecto del turismo virtual se alinea con los esfuerzos mundiales para mitigar el cambio climático y preservar los recursos naturales.
Además, el turismo virtual puede ayudar a aliviar la presión sobre ecosistemas frágiles. Los destinos turísticos más populares se enfrentan a menudo a problemas relacionados con el turismo excesivo, que conduce a la masificación, la degradación del hábitat, la contaminación y la perturbación de las comunidades locales. Desviando parte de la demanda de viajes a plataformas virtuales, se puede reducir la presión sobre estos lugares vulnerables, permitiéndoles mantener su equilibrio ecológico.
Sin embargo, es crucial reconocer que el turismo virtual tiene sus limitaciones y posibles inconvenientes. Una de las principales críticas es la pérdida de la experiencia sensorial y auténtica que proporcionan los viajes físicos. La realidad virtual puede imitar las imágenes y los sonidos, pero no puede reproducir el sabor, el olor, el tacto y la atmósfera general de un destino. Tampoco genera ingresos a la zona.
Además, el turismo virtual depende en gran medida de la tecnología, que tiene su propia huella medioambiental. La producción y eliminación de dispositivos electrónicos, así como el consumo de energía de servidores y centros de datos, contribuyen a la basura electrónica y al consumo de energía. Los avances en energías renovables pueden ayudar a mitigar estos problemas, pero el impacto global de la tecnología debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar los beneficios medioambientales del turismo virtual. En última instancia, una combinación de turismo virtual y real, junto con prácticas sostenibles, puede ofrecer el enfoque más completo para reducir el impacto ambiental de los viajes sin dejar de disfrutar de los beneficios únicos de la exploración física.
