
David Andersson en una cafetería de Queens.
Por David Andersson
Cada día, todo el día, somos bombardeados con noticias y análisis sobre el COVID-19, un virus que ha impedido que nuestro único planeta “gire”. El mundo entero está encerrado y casi todo ha sido clausurado: negocios, centros culturales, instituciones religiosas, etc.
A principios de los 80, caminaba por una calle de París cuando me paró un Nuevo Humanista que me habló de esta nueva corriente de ideas basada en la no violencia y el desarrollo personal, enmarcada en una frase muy simple: “No hay desarrollo social sin desarrollo personal, y no hay desarrollo personal sin desarrollo social”. Esta filosofía fue elaborada principalmente por Silo, el autor de muchos libros, incluyendo uno con la propuesta de “Humanizar la Tierra”. Una mente brillante que siempre decía: “La pregunta no es cómo salir de esta situación, sino cómo me metí en ella”.
¿Cómo terminamos con una pandemia de esta escala? ¿Qué hicimos, o no hicimos, para tener nuestro planeta bloqueado? ¿Por qué no vimos venir la epidemia? Estas son las preguntas que deberíamos hacernos.
Casi de la noche a la mañana, la tasa de desempleo de EE.UU. pasó del 3% al 30%. Las cifras del Departamento de Trabajo para la semana que terminó el 28 de marzo señalaron a 6.6 millones de personas buscando seguro de desempleo. Ha habido una demanda sin precedentes en las despensas de alimentos en todo el país. Sin embargo, en enero de 2019, cuando la Inteligencia Nacional publicó su larga lista de amenazas a la seguridad nacional (“Estas son las 26 principales amenazas a la seguridad nacional que enfrenta América” 12/03/19) y no había nada sobre los virus pandémicos.
Lo más importante es entender qué fue lo que estaba pensando que me llevó a esta situación. ¿Cuáles eran mis creencias? ¿Cómo justificaba mis decisiones? Si puedo responder, encontraré una salida al problema y aumentará la posibilidad de no repetir el mismo error. El coronavirus va directamente contra nuestro sistema de creencias.
El virus es tan efectivo porque va en contra de lo que creemos que somos como seres humanos. Somos individualistas, resolviendo todo con dinero y violencia, y aquí estamos con los militares construyendo hospitales en el Central Park y los llamados “países desarrollados” de Occidente convirtiéndose en la Zona Cero de la epidemia. El virus nos atacó a nivel social y sanitario, mostrándonos que si la salud y el tejido social no se cuidan y protegen, nada más funcionará: ningún sistema económico, ningún mercado de valores, ninguna corporación, ningún mercado inmobiliario. Nada.
El rabino Heschel tenía una cita famosa: “Pocos son culpables, pero todos son responsables”. Sí, todos somos responsables de esta pandemia, no mirábamos en la dirección correcta, no teníamos las prioridades correctas, no presionamos a nuestros políticos para que hicieran lo correcto, no dábamos suficiente poder a nuestras democracias, a nuestras instituciones internacionales, a nuestro bien común.
Ahora, en muchos casos, puede que tengamos que empezar de cero, repensar todo, reorganizar nuestras vidas, pero la parte más importante de nuestro trabajo en este momento es comprender cómo llegamos a esta situación. ¿Qué sistema de creencias nos puso aquí? No se trata de juzgar lo correcto o lo incorrecto; es una cuestión de si funciona o no. Incluso nuestras creencias sobre lo que es humano no son correctas, en su mayor parte.
Si hubiéramos creído que el ser humano es el valor más importante, que todo lo que estamos haciendo es para el desarrollo del ser humano y nuestro entorno social compartido, estaríamos en una situación muy diferente hoy.
¿Qué podemos ganar con este virus? ¿Cuál será nuestra mejor oportunidad para inmunizarnos contra futuros virus? La respuesta corta es: necesitamos cambiar nuestro sistema de creencias.
David Amdersson: Periodista ciudadano, fotógrafo y editor, comenzando en los años 80 con el Movimiento Humanista publicando un periódico de barrio en París. Es el coordinador de la oficina de Pressenza en Nueva York y presentador del programa de entrevistas Face 2 Face. El programa se transmite en Youtube y Facebook.