Por Javier Castaño
El Coronavirus se llevó los trabajos y los dólares. Ahora comienza la escasez de alimentos en los hogares latinos de Nueva York. Es el caso de Carolina Vilchis, quien vive en Corona, Queens. No trabaja, tiene tres hijos y está embarazada. “He recogido comida en la escuela pública, pero me queda muy lejos, me cuesta caminar y por eso vengo a este lugar”, dijo Vilchis en la sede del Centro Comunitario Andino de la Roosevelt y la calle 100, en Corona.
Vilchis iba en compañía de su hijo Diego Belén, de 9 años. Los otros dos hijos los está cuidando su cuñada. “Nos quedan muy pocos ahorros y no puedo seguir gastando en comida”, dijo Vilches el miércoles de esta semana. La fila de latinos para recoger comida y frutas era de dos cuadras.
Waler Sinche, fundador de Alianza Ecuatoriana Internacional y del Centro Comunitario Andino, gritaba por altoparlante que guardaran seis pies de distancia para no contagiarse. “Tenemos 250 paquetes de comida y preferimos a las personas mayores y los obreros de la construcción”, dijo Sinche. “Los padres con hijos pueden ir a pedir comida a las escuelas públicas”.
De acuerdo a Caridades Católicas de Brooklyn y Queens, en este condado han repartido 20,000 comidas. Un aumento del 40% con respecto a años anteriores. A comienzos de este mes, en un solo día repartieron en Queens 8,000 comidas y no alcanzó para todos los latinos que estaban en la fila.
“El 60% de los casos de COVID-19 en Nueva York son en Brooklyn y Queens y por eso incrementamos nuestros servicios en estos dos condados”, dijo Adriana Rodríguez, vocera de esta diócesis. “Esta pandemia está probando la fe de todo el pueblo, incluyendo los 1.5 millones de feligreses católicos de esta diócesis. Nuestras iglesias están cerradas y por eso ha aumentado de manera tremenda la asistencia a misa por televisión. Cuando esta pandemia termine, mucha más gente regresará a la iglesia para fortalecer su fe”.
La misma fe y el entusiasmo que exhibe la asambleísta Catalina Cruz, la única política del área que reparte comida todos los días en la sede de su oficina de Junction Boulevard y la avenida 41 de Corona, Queens. “Comenzamos repartiendo 300 comidas y ahora entregamos más de 2,000 diarias. Hoy la fila de personas supera las cinco cuadras. El hambre no espera ni distingue a las personas”, dijo la asambleísta Cruz.
Caridades Católicas ha distribuido más de 100 mil comidas en la ciudad de Nueva York. Aunque su personal no está acudiendo a las oficinas, siguen atendiendo a los necesitamos de manera remota, por intermedio de llamadas o el Internet.
El alcalde Bill de Blasio y el Concejo de Nueva York anunciaron el otorgamiento de $25 millones adicionales a las organizaciones sin ánimo de lucro que distribuyen comida en los cinco condados. Luego el primer mandatario proveyó otros $170 millones para alimentar a los necesitados, incluyendo la contratación de 11,000 taxistas para llevarle comida a los ancianos, incapacitados y hambrientos.
City Harvest, por ejemplo, usa 400 lugares para distribuir comida en esta ciudad y el 40% ha cerrado por escasez de personal o para evitar contagios. Para donar a esta organización, ingrese aquí (how to donate). Para donar a los Bancos de Comida de Nueva York, acceda aquí (how to donate).
Diversas organizaciones de barrio y empresariales se están sumando para ayudar a alimentar a los hambrientos. Hay personas que están “adoptando” una o dos familias con el fin de proveerles lo necesario e inclusive ayudarles a pagar la renta y los servicios.

En las calles de Queens comienzan a verse los desamparados que no tienen cómo pagar la renta o comprar comida. Foto Javier Castaño
En Estados Unidos el sistema de distribución de comida es robusto y fuerte. Los supermercados y bodegas han exhibido su capacidad de almacenamiento. Aunque pueden llegar a escasear algunos productos. Otros subirán de precio.
El mayor problema es en naciones pobres con poca capacidad hospitalaria. Quienes no mueran de Coronavirus pueden morir de hambre. En Colombia, por ejemplo, quienes no tienen comida colocan un trapo rojo en sus ventanas, pero no siempre son alimentados por vecinos o las autoridades.
De acuerdo a Arif Husain, jefe económico del Programa de Comida Mundial de las Naciones Unidas, dijo que más de 135 millones de personas están sufriendo de abastecimiento de comida. “Un total de 265 millones de personas pueden llegar al estado de inanición (hambre aguda y mortal)”, dijo Husain.
La mayoría de naciones de Latinoamérica pueden llegar a sufrir de inanición. La alimentación en Venezuela ya era un problema antes de esta pandemia. Lo mismo sucede con otras naciones como Afganistán, India y el continente africano. El área metropolitana de Ciudad de México, con más de 21 millones de habitantes, podría sufrir una crisis médica y de abastecimiento de comida.
En Queens, Carlos Castro era de los últimos haciendo la fila para recibir comida en la oficina de la asambleísta Cruz. “Llevo 18 años viviendo en Nueva York y nunca había tenido que hacer fila para solicitar comida. Es más, jamás he pedido ayuda del gobierno”, dijo Castro empujando su motocicleta. “Cerraron el hotel en donde trabajaba y ahora estoy haciendo entregas a domicilio, pero el dinero no me alcanza para alimentar a mi esposa e hija”.
El mundo jamás volverán a ser igual.