
El inmigrante Yeri Delgado recorriendo las calles de Nueva York en un día de esparcimiento. Foto cortesía
Por QueensLatino. —
Cada día, antes de que amanezca, Yeri Delgado comienza su rutina. Se levanta a las cinco de la mañana, se prepara un café, desayuna y sale rumbo a su jornada laboral, donde debe estar puntual antes de las siete.
Este ritmo, exigente y constante, ha marcado su vida desde que llegó a la ciudad de Nueva York hace ya dieciséis años, impulsado por una necesidad que comparten muchos migrantes: la búsqueda de mejores oportunidades.
Originario de Ecuador, Delgado tomó la decisión de emigrar cuando en su país la falta de empleo hacía imposible pensar en un futuro estable. “Tomé la decisión de venir acá para tener un mejor ingreso económico, un trabajo fijo”, dijo Delgado.
En aquel entonces dejó atrás a su hijo de apenas dos años, quien quedó al cuidado de su madre. El sacrificio del distanciamiento fue uno de los retos más grandes que enfrentó.
Al llegar a Nueva York, su vida se definió por la constancia y el esfuerzo. Primero trabajó en una fábrica de cortinas, luego en las noches lavaba platos en un restaurante en Manhattan para poder cubrir sus gastos y pagar sus deudas.
“También trabajé en un taller de carpintería haciendo muebles de cocina y en una pizzería. Hasta que encontré mi vocación en la construcción. Desde entonces llevo 12 años corridos trabajando en este rubro”, añadió Delgado.
Su objetivo ha sido claro desde el principio: ofrecer un futuro mejor para su familia. Sueña con tener una casa propia y, sobre todo, garantizar que sus hijos puedan asistir a la universidad. “Mi mayor propósito es la educación de mis hijos”, dijo Delgado con firmeza.
Uno de los momentos más significativos de su vida fue reencontrarse con su hijo. “Gracias a Dios lo pude traer hace dos años. Ese es mi mayor logro emocionalmente hablando”, dijo este inmigrante. Hoy vive en Nueva York junto a su esposa y sus hijos, con quienes comparte los fines de semana y sus momentos libres, disfrutando también de la comida típica ecuatoriana, especialmente su favorita: lengua guisada con arroz.
Aunque ha logrado mucho, Delgado mantiene un anhelo pendiente: regularizar su situación migratoria. “Ya teniendo mis papeles podría viajar a ver a mi papá y a mi hermana, a quienes no veo desde hace dieciséis años”, dijo con la mirada en el futuro.
Frente a la compleja situación migratoria en Estados Unidos, expresa una esperanza que resume el sentir de miles de trabajadores esenciales: “Está bastante difícil la situación y espero que todo se solucione porque nosotros venimos a aportar a este país”, concluyó Delgado.


