Sergio Castro-Pozo en el centro para adultos Golden Spring de Jackson Heights, Queens. Foto Javier Castaño

Por QueensLatino. — 

A Pablo Picasso le tomó 35 días pintar su obra maestra El Guernica. Sergio Castro-Pozo invirtió dos meses pintando su Guernica porque sus manos tiemblan debido a la enfermedad Parkinson que le detectaron en el 2012 en la ciudad de Nueva York. Tiene 70 años y llegó a este país en el 2007.

Sus cuadros adornan las paredes de Golden Spring, el centro para personas de la tercera edad que está ubicado en la calle 81 de Jackson Heights, Queens, a pocos pasos de la Avenida Roosevelt.

“Pintar me relaja porque a veces me pongo nervioso y comienzo a temblar sin control”, dijo Castro-Pozo después del almuerzo. “Me gusta pintar la naturaleza y cuadros de pintores famoso”.

En estos días está pintando la obra El Sombrero de Tres Picos de Salvador Dali. Sus primeros trazos se pueden apreciar sobre el lienzo que reposa contra la ventana que está muy cerca del piano de madera de Golden Spring.

Sus cuadros sobre la naturaleza están pintados con colores alegres. También le gusta pintar “las gorditas” de Fernando Botero. Con el paso del tiempo pinta más lento, pero no deja pintar. “Comencé pintando con lápiz y siempre me quedaban bien los dibujos”, dijo este hombre que no se deja doblegar con facilidad.

Castro-Pozo nació en Lima, Perú, y estudió en un colegio militar. Fue profesor de economía en una academia pre-universitaria. Tuvo dos hijos. Virginia, quien vive en Lima, y Sergio Miguel, quien vive en Virginia.

“Extraño mucho Perú, mis amigos y la comida, aunque aquí en Nueva York me atienden bien, acudo al Hospital Elmhurst en donde me cuidan y vengo a este centro hace dos años. Aquí tengo nuevos amigos, juego parqués, bingo y ajedrez, como a la carta y bailo todos los miércoles”, dijo Castro-Pozo con su suave voz y apoyándose en un caminador que desplazaba por el amplio salón.

En esta ciudad trabajó en impuestos, en una oficina de Northern Boulevard y la calle 84. Sufrió de Covid durante la pandemia y ésta enfermedad cambió su vida. Desde entonces no puede trabajar y es atendido por una persona que acude a su hogar todos los días.

Su único sosiego es pintar y ver televisión, las noticias y los informes de Perú, el país que abandonó en busca de mejores oportunidades y que aún late en su corazón.