
Flor Gastolomende vendiendo cachivaches en el pulguero de la 37 Avenida y la calle 77 de Jackson Heights, Queens. Foto Javier Castaño
Por Javier Castaño —
Mide un poquito más de 5 pies. Acaba de cumplir 70 años. Es una excelente vendedora y tiene un mensaje especial para los latinos de la ciudad de Nueva York.
Flor Gastolomende llego a esta ciudad en 1986. Nació en el pueblo de Querocoto, Cajamarca, Perú. Tienes tres hijos profesionales de los cuales se siente muy orgullosa. “Por varios años trabajé preparando y vendiendo comida para ofrecer en los talleres de carros de Willets Point y sólo dormía una hora diaria”, recuerda Gastolomende mientras vende cachivaches en el pulguero de la 37 Avenida y la calle 77 de Jackson Heights, Queens. Hacía mucho frío y viento, pero no le importa.
Vende gorras, guantes, zapatos, juguetes, vasos, bolsas plásticas y luces navideñas desde hace 15 años, sábados y domingos, de 9 de la mañana a 5 de la tarde. “Lo hago porque me entretengo y gano algo de dinero”, dijo Gastolomende mientras recibía dinero de las ventas y se persignaba. Al final del mes se lleva a su casa en Sunnyside entre 300 y 400 dólares.
Tiene buena salud y considera que este país ofrece muchas oportunidades a quien desee superarse. “”Aunque en la ciudad de Nueva York hay ahora mucha delincuencia, se parece a uno de los peores países latinos en donde abusan de los niños para que vendan caramelos en la calle y los trenes”, dijo Gastolomende, quien usa el apellido de su ex esposo de origen griego.
Añadió que la comunidad latina está asuntada con la elección de Trump como presidente, “pero reducirá la delincuencia y el país progresará”.
Tiene un mensaje de Navidad para los inmigrantes latinos: “Aquí hay que hacer buenas cosas para superarse y aprender inglés para poderse comunicar”.
También le gustan los chistes. Cuando pasó una amiga a visitarla en el puesto del pulguero y se quejó de los quebrantos de salud, Gastolomende dijo que “todas las chicas malas tenemos que reunirnos, las malas de la cintura, la boca, los dientes, las piernas, el corazón, la espalda, etcétera”.
También trabajó en el Aeropuerto Kennedy llevando maletas a los aviones, en limpieza y en una fábrica de artículos eléctricos.
